Twitter Facebook Youtube
Un aliento robado

Un aliento robado »

En el otoño de 1980, me informaron que mi padre tenía mesotelioma maligno. En esa época, ni mi padre ni yo habíamos oído alguna vez de esta enfermedad. Pronto sabríamos que a mi padre le quedaban tan solo unos meses de vida, y que este cáncer fatal había sido provocado por su exposición en el pasado al asbesto, , como trabajador de un astillero en Boston durante la segunda guerra mundial. Antes de su enfermedad, mi padre medía 183 centímetros y pesaba 110 kilos. Dos meses antes de su muerte, su peso era inferior a 80 kilos, mientras soportaba terribles dolores que sólo eran aliviados mediante morfina que se le inyectaba vía intravenosa. Mi familia miraba, aturdidos todos, mientras él se debilitaba poco a poco. - Leer más...