Durante más de diez años, la industria del asbesto ha tenido éxito en evitar que el asbesto crisotilo sea puesto en la lista de sustancias peligrosas del Convenio de Rotterdam, y de esta manera se pueda evitar la exportación del asbesto crisotilo a los países del Sur.
El asbesto crisotilo cumple todos los criterios de la Convención y debería aparecer en el anexo III de sustancias peligrosas, pero un pequeño número de países aliados de la industria del asbesto, liderados por Canadá en el pasado y ahora por Rusia, han puesto los beneficios del sector por delante de la salud humana y en los últimos diez años mantienen un permanente saboteo a la Convención.
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